viernes, 26 de diciembre de 2008

No había lugar para ellos…


El título de esta editorial es una de las frases que recuerdan, no sin involucrar emotivamente, las dificultades que José y María sufrieron para hallar posada en Belén, y que les obligó a tener que contentarse con un humilde lugar. Ese “no había lugar para ellos…” representa una expresión de la falta de acogida del mensaje evangélico.

Hoy, esta frase la podemos aplicar al hecho de que hayan desaparecido algunas palabras de la última edición del diccionario “junior” de la Universidad de Oxford. Términos como “obispo”, “capilla”, “discípulo”, “ministro”, “pecado” y “diablo”, han sido eliminados dando lugar en cambio a otros tales como “blog”, “biodegradable”, “lector MP3”, “democrático” y “celebridad”.

No hay nada en contra de la debida inclusión de nuevos términos que la cultura contemporánea produce y utiliza, pero no se puede decir lo mismo sobre aquellas voces eliminadas.

¿Cómo harán las nuevas generaciones de anglo parlantes a descubrir el significado de términos que caracterizan su vida de fe? ¿Lo “políticamente correcto”, adoptado por tantos contextos, estará respetando la realidad eclesial, aún a sabiendas que no se ha querido reconocer su papel en los orígenes de Europa?

Pero lo que hace más triste el caso es que en realidad la exclusión de los términos antes mencionados no es nueva, sino que se remonta a la edición 2007 del conocido diccionario. Quien se ha dado cuenta del hecho fue la señora Lisa Saunders, madre irlandesa, que hojeando aquel instrumento didáctico con sus hijos no logró encontrar algunas de las palabras en cuestión.
El hecho confirma en qué medida el clima cultural, cada vez más fuerte, del laicismo imperante, ha hecho insensibles a los mismos cristianos.

La Navidad no está hecha de tradiciones culinarias y folclóricas; ¡para nada! Es más bien la celebración de aquella Luz que aniquilando las tinieblas muestra a los hombres y a las mujeres su verdadera dignidad.
ANS-Roma

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