En lo personal, no me agrada demasiado luchar por la independencia de mi país; creo que la palabra puede volverse hueca - buscando sólo desmarcarse de cualquier otro poder, nos convierte en reaccionarios -. Necesitamos pasar de la negación a la propuesta para afirmar nuestra identidad, para conquistar verdaderamente nuestra libertad.
Cuando hemos querido ser independientes, hemos luchado por autoimponernos "libremente" tantos modelos como afinidades y gustos tenemos. No me extraña que hasta la fecha nuestra gente se vea envuelta en una estéril y casi ridícula lucha entre los nuevos "liberales" y los nuevos "conservadores". ¿Pero dónde está la propuesta de nación que nos lleve a nuevos horizontes? Ciertamente que tenemos una hermosa historia, bañada de héroes y no tan héroes - definidos, tristemente, por los intereses del poder en turno - pero ¿cuál es nuestro futuro? Hemos comenzado, desde hace doscientos años, la lucha por la democracia, pero el pueblo no ha sido escuchado aún en la toma de decisiones de fondo para nuestro país. No nos salvará ni el modelo europeo, ni el modelo americano; tampoco el capitalismo ni el socialismo... porque antes tenemos que idear "lo mexicano". Y es aquí donde critico la palabra "independencia": no hemos sido, ni seremos, ni nos conviene, negar nuestra "interdependencia" con el mundo. Somos un país amalgama, la raza de bronce como dijera el gran José Vasconcelos. No perdamos más tiempo en desmarcarnos de nuestra herencia indígena, hispánica, asiática o africana... México requiere más bien ser autónomo.
Autonomía, ser capaz de gobernarse a sí mismo. Ser capaces de no ceder ante presiones de los grandes capitales, pero con la consigna de hacer trabajar nuestra propia riqueza - que es mucha -. Ser capaces de poder expresar libremente nuestra conciencia y nuestra fe, lejos de retóricas laicistas. Ser capaces de educar conforme a nuestro pensamiento, mágico, fiestero y colorido, para formar hombres y mujeres que puedan disfrutar de la vida y reconquistar el sentido de pertenencia a la comunidad. Ser capaces de decir "no" porque tenemos en nosotros un "sí".
México, mi querido México, no te deseo un feliz bicentenario de independencia; te deseo y sueño para ti, un milenio de sueños que nos permitan vivir en una tierra de "flor y canto", donde la libertad no sea una estéril bandera, sino un proyecto de construcción de nuevas relaciones, en un clima de reconciliación y de paz.
Francisco José Enríquez Zulaica
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