lunes, 5 de enero de 2009

El Animador Salesiano



Formarnos como animadores y formar animadores de los jóvenes implica tomar en cuenta el “ser”, el “saber” y el “saber hacer” del animador, veamos cada aspecto.


A. El “ser” del animador
Educamos y evangelizamos a los muchachos más por lo que somos que por lo que hacemos o decimos. Dice el dicho: “Las palabras mueven, los ejemplos arrastran”. Lo que más cuenta para los jóvenes es nuestro testimonio de vida, nuestro ejemplo, nuestra entrega, nuestro modo de ser y de relacionarnos. Si ven que somos coherentes, nos creerán.

Para nosotros animadores hay 3 elementos que están a la base:
1º Saber cuál es nuestra identidad como agentes educativo- pastorales.
2º Tener claras y profundas las motivaciones que nos mueven a comprometernos por los jóvenes, es decir, por qué decidimos trabajar por los jóvenes.
3º Hacer una decidida opción por “ser” animadores, es decir, vivir y actual como animadores siempre y en todas partes, no sólo cuando estamos al frente de un grupo o actividad, sino en cualquier parte y en todo momento de nuestra vida. Es algo que forma parte de nuestro ser.


El “ser” refuerza nuestras actitudes. Las actitudes expresan nuestra postura ante nosotros mismos, ante Dios, ante la comunidad ante nuestro compromiso asumido.


Las capacidades a desarrollar son:

-La madurez humana (crecer como personas).
-La maduración de nuestra fe como creyentes.
-Nuestra integración y función dentro de la comunidad educativo-pastoral (CEP).
-Asumir nuestro compromiso apostólico como expresión significativa de nuestro seguimiento de Jesús.
-La opción preferencial por los jóvenes como esencia del perfil salesiano.



B. El “saber” del animador
Es lo que debemos conocer para ser buenos animadores.


Los conocimientos refuerzan nuestras convicciones. Si estamos convencidos de lo que somos y queremos ser, entonces nuestro compromiso será muy sólido y estable. Es adquirir y profundizar los conocimientos necesarios en las diferentes áreas para poder desarrollar con competencia la tarea asumida.


Los conocimientos básicos serían:
-Una síntesis teológica adecuada (conocimiento de nuestra fe).
-Elementos de salesianidad: sistema preventivo, identidad carismática…
-Asimilación del nuevo modelo operativo salesiano y de la mediación del PEPS.
-El Proyecto Educativo Pastoral de los Oratorios Salesiano (PEPS Oratorios).
-Elementos de didáctica, psicología, catequética…


C. El “saber hacer” del animador
Se refiere a adquirir las destrezas necesarias para el desarrollo de la tarea animadora.


Las destrezas o habilidades refuerzan nuestros procedimientos. Es decir, nos ayudan a saber cómo proceder y nos hacen más competentes en aquellos aspectos específicos de nuestra labor educativa y pastoral con los jóvenes. Estamos el terreno de los “cómos”.


Las principales destrezas a adquirir podrían ser:
-Dinámica de grupos (saber cómo funciona un grupo y cómo llevarlo adelante).
-Recursos para el tiempo libre.
-Análisis de la realidad.
-Programación, seguimiento y revisión de la acción educativo-pastoral.
-Elaboración de materiales.
-Itinerario metodológico para la aportación, seguimiento y revisión del PEPS.
-Destrezas para la animación de la celebración litúrgica (misa, etc.).


P. Javier Prieto Medina, SDB
Delegado de Pastoral MEG

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