En estos días ha salido en la prensa, por la puesta en marcha de un reality show en España, la alerta por la “generación nini” una nueva Tribu juvenil que está poniendo en “jaque” a México.
Los sociólogos detectan la aparición de un modelo de actitud adolescente y juvenil: la de los nini, caracterizada por el simultáneo rechazo a estudiar y a trabajar.
La crisis ha venido a acentuar la incertidumbre en el seno de una generación que creció en un ámbito familiar de mejora continuada del nivel de vida y que ha sido confrontada al deterioro de las condiciones laborales: precariedad, infraempleo, mileurismo, no valoración de la formación. Las ventajas de ser joven en una sociedad más rica y tecnológica, más democrática y tolerante, contrastan con las dificultades crecientes para emanciparse y desarrollar un proyecto vital de futuro. Y es que nunca como hasta ahora, en siglos, se había hecho tan patente el riesgo de que la calidad de vida de los hijos de clase media sea inferior a la de los padres.
A los jóvenes no les resulta emocionalmente rentable comprometerse en un proyecto de vida definido porque piensan que estaría sometido a vaivenes continuos y que difícilmente llegaría a buen puerto. A eso, hay que sumar un acusado pragmatismo -nuestros chicos son poco idealistas-, y lo que los expertos llaman el "presentismo", la reforzada predisposición a aprovechar el momento, "aquí y ahora", en cualquier ámbito de la vida cotidiana.
“Los nini”, paradójicamente, son el futuro sin ninguna clase de porvenir y para colmo también son presa fácil para el crimen organizado, deseoso de “mano de obra” barata, según advirtió a la televisora británica el investigador Alfredo Nateras, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
¿Cuál es nuestra respuesta como salesianos ante esta situación? Con esta pregunta, el P. Luis A. Álvarez, salesiano, licenciado en Teología Moral, nos ofrece un documento de reflexión para estar conscientes de esta realidad y poder actuar para bien de los muchachos.
Los sociólogos detectan la aparición de un modelo de actitud adolescente y juvenil: la de los nini, caracterizada por el simultáneo rechazo a estudiar y a trabajar.
La crisis ha venido a acentuar la incertidumbre en el seno de una generación que creció en un ámbito familiar de mejora continuada del nivel de vida y que ha sido confrontada al deterioro de las condiciones laborales: precariedad, infraempleo, mileurismo, no valoración de la formación. Las ventajas de ser joven en una sociedad más rica y tecnológica, más democrática y tolerante, contrastan con las dificultades crecientes para emanciparse y desarrollar un proyecto vital de futuro. Y es que nunca como hasta ahora, en siglos, se había hecho tan patente el riesgo de que la calidad de vida de los hijos de clase media sea inferior a la de los padres.
A los jóvenes no les resulta emocionalmente rentable comprometerse en un proyecto de vida definido porque piensan que estaría sometido a vaivenes continuos y que difícilmente llegaría a buen puerto. A eso, hay que sumar un acusado pragmatismo -nuestros chicos son poco idealistas-, y lo que los expertos llaman el "presentismo", la reforzada predisposición a aprovechar el momento, "aquí y ahora", en cualquier ámbito de la vida cotidiana.
“Los nini”, paradójicamente, son el futuro sin ninguna clase de porvenir y para colmo también son presa fácil para el crimen organizado, deseoso de “mano de obra” barata, según advirtió a la televisora británica el investigador Alfredo Nateras, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
¿Cuál es nuestra respuesta como salesianos ante esta situación? Con esta pregunta, el P. Luis A. Álvarez, salesiano, licenciado en Teología Moral, nos ofrece un documento de reflexión para estar conscientes de esta realidad y poder actuar para bien de los muchachos.
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